Cuando viajo comparto algunos días de viaje con otros turistas, esta vez conocí a Lorenz. Compartimos algunas cervezas, experiencias y parte del recorrido por Kosovo.
Entrar a Kosovo desde Albania es pan comido, las relaciones entre ambos países son muy estrechas, con fuertes lazos que las unen.
Estoy de camino a un monasterio ortodoxo, Visoki Dechani o Dečani, está protegido por fuerzas militares italianas y de las KFORCE, que regulan la entrada y salida del monasterio Serbio, con unos impresionantes frescos que le dan al lugar una atmósfera muy especial.
Conocí al profesor de inglés y al director de la mayor escuela de Dechani. Me explicó cosas interesantes sobre la historia del país.
La guerra de Kosovo con Serbia se prolongó desde el 1997 hasta el 1999, con un saldo aproximado de 23.000 víctimas y sus respectivas familias destrozadas. Todavía hay más de 1.600 desaparecidos.
Ahora las relaciones con Serbia están más normalizadas pero la historia es muy reciente y a veces se producen altercados entre ambas, especialmente en Mitrovica. En las escuelas de las grandes ciudades conviven Serbios con Kosovares, es un hecho esperanzador para el futuro del país.
La población de Kosovo, de mayoría Albanesa, es la más joven de Europa, hay 60.000 estudiantes preparándose para el futuro, en busca de una vida mejor.
Los ciudadanos Kosovares pueden viajar por Europa menos por España, por alguna extraña razón el estado Español no reconoce a los ciudadanos Kosovares, ni su territorio como una nación. Jóvenes y mayores añoran la ex-Yugoslavia, donde podían ir a cualquier lugar, me dicen que ya no hay vuelta atrás.
Cuánto más me explican más similitudes observo entre la situación actual de Catalunya y la de Kosovo. Lucharon por su independencia y la lograron. Me dicen en Kosovo que si estoy preparado para la guerra y la verdad creo que nunca voy a estarlo.
En Kosovo abundan las imágenes de los héroes, los que dieron su vida por la independencia, tomaron una medida extrema para este fin. En los cementerios siempre hay flores frescas y tumbas cuidadas.
Quien espere encontrar en Kosovo un país con profundas heridas de guerra se equivoca de lugar. El país se reconstruyó después del conflicto, el 90% de los edificios son de nueva construcción, al estilo europeo, algunos con paisajes bucólicos y casas ajardinadas que parecen mansiones.
Hay más banderas Albanesas que Kosovares en las calles. Es impresionante el número de personas que hablan alemán o han tenido un pasado fuera de su país, son muchos los que prueban una nueva vida fuera de Kosovo y algunos acaban regresando, sobretodo por problemas burocráticos.
La población se debate entre la apatía y el optimismo. Los jóvenes quieren otras experiencias fuera del país y los inversores se encuentran con un país con poca industria y todo por hacer, pero todavía con miedo de establecerse en el lugar.
Después del mercado de quesos que se celebra una vez por semana en Peç me dirijo en tren hasta Prishtina, la capital del país.
Prishtina tiene un par que lugares interesantes para visitar, como por ejemplo la Biblioteca Nacional de la ciudad, de arquitectura futurista.
También recomiendo visitar el mercado que está cerca del centro de la ciudad.
Voy camino de Prizren, ciudad de entrada al parque nacional de las montañas Sharr, un bello lugar con pueblos con unas tradiciones muy arraigadas.
Kosovo es un pequeño pero interesante país para visitar, muy seguro para el turista y de ciudadanos amigables, como toda la población Albanesa.
Podéis ver todas las imágenes a pantalla completa en el apartado de Fotografías.